jueves, 14 de marzo de 2013

Absolución

Y era curioso. Porque a lo largo de toda su vida había conocido a todo tipo de gente que no era feliz pero que sin embargo sabía indicar muy bien la senda que lleva a la felicidad. Haz esto, te decían, o haz lo otro, ve por allí, no se te ocurra tomar aquel atajo, ten cuidado no vayas a caer en aquel hoyo o a tropezar en esa piedra, no comas de esa fruta, de esa fuente puedes beber pero de aquella de allá no, sigue todo derecho, tuerce a la izquierda, haz noche en tal mesón, pasa de largo, ¿dónde vas tan ligero o tan cargado de equipaje?, ¿por qué andas tan deprisa o por qué tan despacio? ... Siempre le asombró eso, lo mucho que todos saben de la felicidad y lo poco que esa ciencia les aprovecha para poner remedio a sus desdichas. 

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